
Querido Padre Horacio:
Aquel día que le escribí, para preguntarle por la posibilidad de hacer un retiro, estuve muy lejos de imaginar lo que El Señor me estaba preparando… yo sólo tenía la decisión de alejarme del trajín cotidiano, para ordenar un poco mi vida y darle un sentido más trascendente…
Imagínese, Padre, cuál fue mi sorpresa cuando conocí con certeza, no desde mi cabeza, sino en mi corazón y con claridad inexplicable, que no era yo la que iba al encuentro del Señor, sino que era Él quien me había salido al encuentro, quien me atraía a Sí con una fuerza irresistible… Esa convicción y luz, no sólo se fueron incrementando a lo largo del retiro, sino que fueron el inicio de una seguidilla de revelaciones, que Nuestro Señor, quería hacerme en la intimidad de esos días de cielo.
Durante un mes, fui preparando mi corazón para ese encuentro… Por su consejo, repetí sin cesar ‘Hágase mí según Tu Palabra’ y ‘Jesús en Vos confío’. Por fin llegó el día tan esperado y me puse en camino, redoblando mi súplica y renovando mi confianza… El viaje se me hizo eterno, no veía la hora de llegar, imaginaba ese momento en que me pondría a los pies de Jesús y le ofrecería toda mi vida para siempre. Sin embargo, Él tenía Sus planes, era quién en realidad me estaba llevando y quién haría la propuesta valiéndose de Su fiel Amigo (Ud.!!!).
En esos días maravillosos, quedé muda… y él me mostró como en una película toda mi vida, pero desde un lugar muy distinto al que yo estaba acostumbrada… Pude ver cuánto había de obra de Dios en ella y cómo cada uno de los hitos importantes de mi historia personal, están llenos de signos de Su Mano Providente…mi niñez, mi adolescencia y mi juventud desfilaban una tras otra, en mis momentos de oración, iluminándose y re-signándose ante mi asombro!!
No puedo explicarle lo que obró en mí la lectura de ‘Las bodas del Mesías’ y toda la descripción que hace de las bodas hebreas!! Parecía estar describiendo mi propia historia de amor con Juan, mi esposo aquí en la tierra…
Por fin, tuve la gracia de entender cuál es el llamado y la misión que Nuestro Señor me hizo y cómo, en vez de alejarme y distraerme de Su amor, el amor de mi esposo y de mis hijos es el camino; y mi santificación, consiste en vivir la Esponsalidad con Cristo, sirviendo y complaciendo a mi esposo de la tierra, volcando en él mi amor a Jesús, mi Esposo celestial.
La Iglesia toda, es la Esposa del Cordero, cuyas bodas se celebrarán el final de los tiempos, pero se adelantan y actualizan en cada iglesia- individual… Mi vida de hija de Dios es un matrimonio con Cristo, un compartir la vida con Él todos los días y toda la Eternidad, para eso fui creada y para eso fui salvada y por eso me encomendó a mi esposo de la tierra, para que tuviera un ministro de Su Amor y también alguien concreto a quién dar lo que recibo… como una fuente que recibe el Amor del Padre, y lo derrama feliz, dando de beber de ese Amor. Cuánto más amor dé, más amor recibiré!!
¿Cómo hubiera podido imaginar, que El Señor, me ofrecía a mí ser su esposa?!!! ¿Cómo saber que me tenía reservada la mejor parte y que quería vivir junto a mí una vida de intimidad y amor esponsal El Mismísimo Rey del Cielo?!! Si esto suena a locura, aún cuando se piensa en creaturas tan graciosas y bellas como María, ¿Cómo pensar que quiera desposarse con mi indignidad y hacerme su reina y unirse a mí tan íntimamente, que se baje a habitar en mi pobre corazón y quiera allí quedarse eternamente?!!! Sin embargo, pude verlo, vivirlo con una convicción y realidad aplastante… Supe que Su invitación es real y que ‘Él está a mi puerta y llama’… y espera mi consentimiento para desbordarme con Su Amor!!
Se desplomaron ante esa realidad todas mis conjeturas, todos mis sueños de ‘grandes empresas’, todos mis éxitos y logros profesionales, todos mis deseos de ‘realización’, mi necesidad de ‘encontrarme a mí misma’… en fin, comprendí que mi búsqueda de la felicidad, mis ambiciones y mis metas, habían sido hasta ahora puro engaño y que el mundo y su príncipe, me habían envuelto en su discurso falaz, para sumirme en la más profunda y ridícula ceguera…
En su infinito Amor y con su ayuda, Padre Horacio, (en el ejercicio del ministerio que El Esposo le ha confiado y que lo constituye en su Amigo), Nuestro Señor me descubrió el Proyecto que en su Providencia y desde toda la eternidad, tiene para con mi ser mujer! Sé ahora, que sólo seré feliz en sintonía con sus Designios Divinos y que no hay nada que pueda apagar mi sed de Amor, sino el agua que brota de Su Corazón Abierto, como un Manantial inagotable, infinito de Misericordia.
Aunque nada ha cambiado visiblemente en mi vida y en mi casa, a partir del momento en que recibí la invitación del Rey, estoy en una eterna celebración de bodas…Sí, y cada día, cada nuevo instante de mi vida, renuevo, por Gracia de Dios, mi sí, mi ‘Hágase tu Voluntad’… Es un sí que se concreta en cada situación de mi realidad cotidiana de esposa y madre de familia, en cada acto de amor para con mi esposo y mis hijos, actos que no son otra cosa que amores a Jesús.
Y así, como una novia eterna, renuevo a cada instante la confianza, entrega, docilidad, obediencia amorosa, en un diálogo esponsal y continuo con El Señor, que encuentra en mi corazón de esposa un lugar dónde reclinar Su Cabeza y viene a habitar en él y colmarlo con sus dones.
Hoy, como Teresita, desde mi hogar, en el anonimato de Las Hijas escondidas de Dios, puedo decir con ella: «en el Corazón de la Iglesia yo seré el Amor»!! Y gracias a la mirada Amorosa del Padre, Hijo y espíritu Santo, que está sobre mí y dentro mío, cada pequeña acción, cada palabra, cada pensamiento de amor cobran un valor infinito en unión con toda la Iglesia de Cristo,(La Esposa) y estallan en Acción de Gracias incesantes que Él devuelve en lluvia de Bendiciones a la tierra.
Bendito sea El Señor, que hace maravillas en sus creaturas, que las transforma con su Amor, que las desborda con sus bienes y que las hace suyas poniendo en ellas su morada en una comunión de Amor para siempre, siempre, siempre…