Blog destinado a presentar y comentar la Revelación divina acerca del amor humano: Creado según el designio divino, luego caído y herido por el pecado original, después santificado en el pueblo elegido; elevado por fin a Misterio Grande en el sacramento del matrimonio y hoy tan ferozmente agredido.
¿CÓMO EDUCO A MIS NIÑOS EN LA FE? TESTIMONIO DE UNA MAMÁ
Una mamá, respondiendo a la pregunta de otra, le explica cómo está educando a sus niños en la fe
(Imagen: Madonna della Providenza)
Querida Ana: Lo mío comienza desde la concepción. Cuando me entero que estoy embarazada se los ofrezco al Padre y le pido que sean Santos, Hijos de Dios. A todos les escribo un diario que comienza: “Te recibimos como don de Dios y bien para los hombres…”.
Durante el embarazo le rezo a su Angelito de la Guarda. Cuando comulgo, me imagino todo mi interior alumbrado por la gracia de la eucaristía, especialmente mi vientre y el bebé recibiendo todo ese torrente de luz y gracia.
Después que nacen, de forma natural y espontánea les voy mostrando las imágenes religiosas. Mi esposo también hace lo mismo. De esto tengo dos anécdotas:
María tenía pocos meses y mirando un ícono oriental de la Virgen hizo un guiño y se rió de una manera muy especial. Intuyo que estaría observando algo especial que los grandes no veíamos, porque es imposible que a esa edad pueda realizar una guiñada.
Luisito, el hermanito, también. Al mirar otra imagen de la Virgen se reía y saltaba en los brazos. A medida que van creciendo, a todas las imágenes religiosas las llaman: “Amen”. Cuando un sacerdote vino a bautizar a María, Luisito tenía 21 meses y al verlo llegar al auto, lo señaló y exclamó: “Amén”. A esa edad ya fue capaz de distinguir al ministro de Dios. No tengo otra explicación, nunca le había enseñado explícita mente nada al respecto.
Supongo que los tuyos también harán cosas semejantes. Porque lo he observado en otros niños de papás creyentes.
En este momento Luisito tiene cuatro años y María, dos. Son más chicos que los tuyos. Y viene otro en viaje. Es mi quinto embarazo.
Tratamos de trasmitirles lo religioso de forma muy natural e incorporado a la vida. Por ejemplo, si veo un cielo estrellado, exclamo: “¡Gracias Padre por el cielo que nos diste! Por todas las estrellitas, los planetas, como aquél que está allá…”. En otras ocasiones he realizado oraciones de alabanza y ellos me piden “más”. Seguro que sentirían el mismo gozo que yo, por eso pedían más. O les enseño a decir “Padre, te amo”; “Virgencita, te amo”.
Lo que el Espíritu me da a mí, se los trasmito. Quizás otras tantas veces veo el cielo y no tengo la gracia de agradecer por él. Mi esposo también les trasmite su espiritualidad de forma espontánea, cuando le surge.
En cuanto a la TV, casi que no miran. Los distrae mucho y les quita tiempo para crear sus propios juegos.
Los míos también rezan el Rosario de los Niños, de EWTN, se los bajé de Youtube. Por lo general, cuando los llevo a la cama, se los paso en la PC. Pero, si algún día, no lo quieren rezar, no se los impongo. Incluso, por ejemplo, hay noches que están muy cansados o con mucho sueño y me dicen que no quieren rezarle al angelito, se los permito, pero les digo: Bueno, mañana rezamos. Y al otro día rezan con el mismo amor de siempre.
Otra cosa que he hecho es comprarles imágenes de plástico. Por ejemplo, el año pasado, para la fiesta de María Auxiliadora (24 de mayo). Entonces, cuando fuimos a la misa, ellos ya sabían qué celebrábamos. Y como nunca vamos a ese templo, reconocieron la imagen de María Auxiliadora y se me fueron corriendo en plena misa hasta el altar donde estaba la Virgen.
También les he comprado los niñitos Jesús de plástico para que jueguen en el tiempo de Navidad.
Veo que a los santos los van incorporando a sus juegos. Por ejemplo, Luisito inventa muchos diálogos con sus personajes, y cada tanto escucho que nombra a la Virgen, al niñito Jesús… O disfraza a la hermana de Virgen.
Me voy acordando de cosas y te cuento. Para la fiesta de la Natividad de la Virgen, hice una torta rápida en el microonda, la decoramos, le pusimos una velita y le cantamos el cumpleaños feliz. Para ellos es una fiesta solo con encender una velita. Creo que también encendimos otra en una imagen.
Siempre tratando de elevarlos, que no se queden en lo humano, que no se queden en la torta de cumpleaños.
También les he bajado del youtube los dibujitos del milagro de Fátima. Les encanta e imitan a los pastorcitos en sus rezos. Hay veces que los quieren mirar una y otra vez, pero no se los permito, porque el demonio es astuto y nos aprieta el acelerador en lo bueno y terminamos en una exageración, perjudicándole el alma. Como dice San Ignacio, el ángel malo se puede disfrazar de bueno. Algo que creemos bueno, es malo.
Prefiero que ese tiempo lo dediquen a jugar, porque es allí donde van a practicar las virtudes y desarrollar su creatividad. No me gusta tenerlos enchufados a la TV o a la computadora. Son fuente de futuras adicciones. Nuestro párroco me ha aconsejado y se ha puesto muy firme en esto.
También les enseño cantitos religiosos, pero sin reglas en cuanto a horarios y tiempos. Cuando el espíritu me los suscita en mi alma. O cuando el Espíritu Santo les sopla alguna canción a ellos también. O alguna oración… o cuando me hacen alguna pregunta “teológica”: ¿por qué Jesús murió en la cruz?; ¿por qué resucitó?
A ellos también les gusta que les cuente cuentitos. Por ejemplo, de príncipes y princesas. Entonces les cuento las virtudes heroicas del príncipe: un caballero, que lucha por la mujer que ama, capaz de dar la vida por la patria y la iglesia. Y así en todos los cuentitos, relato las virtudes de los personajes y las maldades de los malos.
A Luisito le apasiona el cuentito de Jesús Buen Pastor. Entonces cada vez la ovejita desobediente se pierde en un lugar distinto. O vive una situación de peligro diferente. Allí les explico que hay que obedecer a Jesús y estar atentos al demonio que nos quiere hacer caer.
Hay una imagen hermosa donde la Virgen cubre al niño con su velo y le ofrece uvas como alimento. La espiritualidad de la mamá cubre al niño. Debajo de ese velo, que es la propia espiritualidad de la mamá, desarrolla y crece su fe. Ofreciéndole también como alimento su propia vida espiritual. Te pego esta preciosa pintura de la Madonna della Provvidenza aquí debajo. Yo la tengo en mi cómoda y todos los días me recuerda la hermosa y feliz tarea de engendrar alabadores del Padre. Un domingo de mañana Luisito me dijo: -Mami, voy a hacer una flor en plasticina para alabar a Jesús. Porque hoy hay que alabarlo. – Sí, todos los días hay que alabarlo, pero especialmente hoy que es domingo. Es un amor… es que antes habíamos estado hablando del tema, leyendo las lecturas de hoy y a mí me había salido una oración de alabanza.
Bueno, esto es lo que el Padre me da para educar a mis niños en la fe. Estoy segura que a vos también te da gracias semejantes. Te vuelvo a repetir que no todo lo que te cuento aquí lo hacemos toooodos los días (¡o puede ser que algún día sí!). Es a medida que se van dando las situaciones, de forma espontánea, de lo que va brotando en mi alma, en la de mi esposo y en la de los niños. Un fuerte abrazo