UN POEMA DE AMOR AL DIVINO ESPOSO

En el jardín

«Descansando en el prado te veía
radiante de una luz que me insinuaba
que no eras sólo un hombre
sino Dios.
Te rodeaba un aura santa y te decía
que reposar en tu hombro desearía
Para que entonces fuera un amor
De a dos.

Me atrajiste hacia ti con tu mirada
que me dijo tu amor sin decirme palabra.
Y en una nube invisible transportada
llegué hasta ti queriendo ser
tu amada.

Los cantores del cielo entonaron su canto.
La brisa de los valles acarició mi tez.
Olvidando del todo del mundo los quebrantos
sola, llegué hasta ti,
por la primera vez.

Me invitaste amoroso a sentarme a tu lado
Me infundiste confianza y me diste valor.
Se esfumaron mis dudas
eras tú aquel Amado
que atrayéndome a Ti
te me habías dado.

¡Y Tú estabas ahí!
Tu mirar era manso.
Tus gestos, delicados.
Me ofrecías sereno entregar mi alma a ti.
Y cerrando los ojos y en amor, suspirando,
me incliné en tu regazo
 y te dije que sí.

Desde entonces, amado, sólo contigo hablo.
Sólo contigo cuento, sola contigo estoy.
Desde entonces, por siempre,
 Mi amado, amante amado
Soy tu amada in aeternum
porque: ¡Sí!¡Eres mi Dios!

Soy una mujer vulgar y corriente que nunca imaginé llegar un día a estar enamorada del Señor como lo estoy.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.