EL DEMONIO ENTROMETIDO [3 de 3]

«pienso en lo que debe sufrir, en su intimidad esponsal una buena esposa que haya sufrido la infidelidad de su esposo. 
Porque el demonio le debe susurrar al oído todo tipo de excusas para entregársele en el encuentro esponsal» ——–>


Padre: 
Continuando un poco con el tema
final de mi segunda entrega y en relación a la confianza de esposas que
deberíamos tener todas las bautizadas, le cuento una anécdota: Cuando salgo
siempre confío que Jesús me va a guardar un lugar para estacionar y los niños
lo saben, porque lo expreso en voz alta: «Jesús, esposo de mi alma
guárdame un lugar para estacionar». Y ellos no dejan de quedar admirados,
sorprendidos porque siempre, siempre, encuentro lugar. Y a mí me sale desde lo
más profundo del corazón: «¡Gracias Jesús!».  Lo cómico es que un día uno de los cinco, la nena del medio, llena de alegría y admiración me dijo: ¡Mami, Jesús solo a vos te guarda
lugar!, ja ja
               Y
bueno, es una forma también de que mis chiquitos vayan mamando esta relación
esponsal con Jesús. Las nenas, para ponerlo en práctica y los varoncitos, para
que conozcan este misterio y lo enseñen a sus futuras esposas. Escribiendo
esto, me doy cuenta que a los varoncitos, no les he enseñado aún que ellos son
el amigo del Esposo.
Padre, en
relación a todo esto que le he escrito, para terminar en esta tercera entrega, le
quiero relatar algo que me contó una amiga de la niñez que se casó con un don Juan. Ella
me decía que hay veces que no quiere tener relaciones con su esposo, porque se
acuerda de todas las mujeres con las que él anduvo y, además de sus celos, tiene miedo de contagiarse
alguna enfermedad venérea. Ella también reconoce que es una tentación para
separarla de su esposo. Porque a esta altura no se va a contagiar de nada
porque ya hace años que está casada y su esposo le guarda fidelidad.
               Al
contarle esto, pienso en lo que debe sufrir, en la intimidad del
matrimonio,  una buena esposa que haya
sufrido la infidelidad de su esposo. Porque el demonio le debe susurrar al oído
todo tipo de excusas para separarla del encuentro esponsal.
O también la  esposa de un hombre alcohólico… que tenga
que soportar su aliento. 
Bueno, tiene algún ejemplo de esto en su libro
«El Buen Amor en el Matrimonio».
               Y
por fin les cuento que mientras describía estas vivencias, el mal pensamiento me atacó, me
atacó muchas veces, diciéndome cosas como éstas: ¿cómo vas a escribir estas
cosas?  ¡Son demasiado íntimas! ¡Vas a
ofender a los lectores! ¡No son propias para este Blog! ¿Y de estas cosas tuyas tan íntimas vas a hablar en público? Etc. 
               Pero
bueno, Usted mismo nos ha enseñado a reconocer y a discernir las mociones que
vienen del buen espíritu y las que vienen del Intruso en el alma. Le agradezco al
Padre, todo lo que durante este tiempo nos ha derramado a tantas a través de
sus enseñanzas.

               Su
hija, Pía.

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