EL DIOS PARIENTE:
EL ORIGEN DIVINO DEL AMOR HUMANO
Y DE LA SOCIEDAD

EL DIOS PARIENTE: Go’el
Claude Lévi-Strauss se ha preguntado sobre la estructura elemental del parentesco tal como de hecho se encuentra en las diversas culturas. Le ha dado la espalda a lo que en todas esas culturas vincula a Dios en la estructura de parentesco, desde el origen del parentesco.
No se ha detenido a tomar en consideración, en serio, lo que en esas culturas, de manera particular en las bíblicas, forma parte de la vivencia del parentesco con Dios.
Claude Lévi-Strauss ha omitido tomar en consideración una pregunta que el autor bíblico inspirado y su público sí se han planteado como ineludible y lo es para cualquier hombre sencillo pero no tonto.

Dios pariente en el principio
El autor sagrado, en vez de plantearse la pregunta acerca de las estructuras elementales del parentesco, se ha preguntado sobre su origen. Esto es: en un principio, cuando no había un cuñado ni un suegro humano para recibir de él una esposa, el primer hombre tuvo que recibir su mujer de Dios, y por lo tanto, Dios actuó, en un principio, en el lugar de un suegro o de un cuñado. Dios es pues un protopariente del hombre.
Para el hombre bíblico, ya en el acto de la creación, el Dios Creador establece la primera relación, a la vez religiosa y social con Adán, dándole a Eva como mujer.
Para el hombre bíblico, la primera sociedad no es, pues, una sociedad entre hombres, ni siquiera entre esposos, sino una sociedad religiosa, es decir humano-divina: de Adán con Dios. De esa relación religiosa toma origen la sociedad esponsal primero y la sociedad humana después.
La relación religiosa Dios-Adán, es anterior a toda otra superviniente relación interhumana. Y por eso, Dios podrá regular mediante la ley la relación del hombre con su mujer, y el hombre no tendrá sobre ella una potestad incondicionada, sino regulada por la ley divina.

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