LOS DEMONIOS DEL DESENCUENTRO
QUE SIEMBRAN LA SOLTERÍA

¿POR QUÉ NO SE ENCUENTRAN 
TANTOS BUENOS VARONES SOLTEROS 
CON TANTAS BUENAS MUJERES SOLTERAS?

“Cuando te vi por primera vez, no quería fijarme en vos. En
realidad, en nadie. Llegué a buscarte por una remota posibilidad de que fueras
vos la mujer que el Señor quería darme. 
Encerrado en mis ideales, en mi
burbuja, era incapaz de ver la Voluntad de Dios. 
Mi orgullo se volvía contra mí
mismo. Y ninguna mujer pasaba el filtro de la perfección que yo esperaba
encontrar”
Anónimo dijo…
Padre Horacio
Me ha gustado el blog del Buen Amor. Es muy cierto que debemos poner a
Dios primero que todo, buscar su Reino que lo demás por añadidura llegará. En
mi caso, soy hombre, soltero y católico. Me encantaría encontrar a la mujer de
mi vida y formar una familia como Dios manda pero en lo que llega sirvo
felizmente al Señor. No se desesperen, los tiempos de Dios no son los nuestros.
Muy estimado varón anónimo:
No suelo responder mensajes anónimos pero voy a hacer una
excepción con el suyo.
Aunque Usted no me pide ningún consejo me permito darle uno. 
Usted ha visto la cantidad de comentarios de mujeres solteras a esta entrada que Usted, raro comentarista varón, ha decidido comentar. Y termina su comentario, al parecer compadecido de ellas exhortándolas a no desesperar.
Es verdad. Esa es la entrada más comentada de las más de 700 del blog 
Nota: la entrada
es la oración de Santa Ana pidiendo un buen esposo https://elblogdelbuenamor.com/2012/03/para-pedir-un-buen-esposo-oracion-de.html
 

El 99% de los comentarios al pie, es de mujeres que están esperando que un varón las haga
esposas y madres. 
Mi pregunta es ¿qué está pasando con los varones?
El Señor me ha dado una respuesta que intenté exponer resumidamente en esta
entrada: https://elblogdelbuenamor.com/2015/01/la-cuerda-de-tres-hilos-dificilmente-se.html
Mi consejo para Usted y los varones en general, viene ahora y es el siguiente: déjese ya de
buscar ‘la mujer de mi vida’ y empiece
a buscar a ‘la madre de mis hijos’. De
esa manera encontrará, por añadidura, a su mujer.

Pero para encontrar a esa
buena mujer, tiene que convertirse Usted primero en un buen varón. ¡
No se me ofenda! Entiendo por buen varón a un varón según el corazón de Dios. 
Un varón justo. Y el varón es bueno y
justo ante Dios, cuando se sabe llamado por Dios a ser
padre y, tomándose en serio esa vocación, se empeña en cumplirla. Cuando vive así, ese varón deja de mirarse a sí mismo, para mirarse en su
descendencia. 

De ese designio de Dios sobre ellos es lo que se han olvidado hoy los varones. Por eso a ellos se los engulle la ciénaga de la lujuria y la pornografía. Por eso ellas, a veces, sin darse cuenta, buscando ternura, los empujan a la ciénaga. 
Y así ni ellos ni ellas se
encuentran mutuamente. Porque no viven a la luz del primer mandamiento-bendición y de la primera bendición-mandamiento: «Crezcan, multiplíquense
y llenen la tierra». Por eso se quedan solos, porque se buscan uno al
otro, pero cada uno para sí mismo. En una palabra porque no obedecen a Dios. 

Y ese olvido de la voluntad de Dios, del mandamiento-bendición que es bendición-mandato y consejo, es un fenómeno pura y netamente demoníaco. Un triunfo del príncipe de este mundo sobre la fe católica de bautizados y bautizadas.

Para que vea si tengo razón, mire el ejemplo contenido en estas otras dos
entradas en este blog: 
Le aseguro que si empieza a mirarse, en fe, y a vivir en fe, como llamado por Dios a
ser padre, se le iluminarán sus ojos para reconocer a la madre de sus hijos. Porque,
quizás, la imagen ideal que se hace de ‘la mujer de mi vida’ le está impidiendo
reconocer a la que el Señor puso, pone o pondrá antes sus ojos. 


Sacuda pues esa necedad de su cabeza que lo hace ciego, e instale
en ella la sabiduría de Dios que le permitirá reconocer a la madre de sus hijos. Ella resultará ser, así: ¡la mujer de su vida!

En las próximas entradas me ocuparé de mostrar por qué hoy los varones no se miran como llamados a ser ante todo ¡padres! 
Y, cuando piensan en el matrimonio, a «pensar en la cuna tanto como en la cama, o aún más la cuna que en la cama». 
Entonces, también el lecho matrimonial se transfigura, porque la cuna lo ilumina. 

Creo que, en parte, se debe a que los padres (y en su defecto o quizás sobre todo las madres) de los varones no saben inspirarles desde niños, con el ejemplo y la palabra, el ideal de ser padres algún día… 
Y esto sucede ¡oh malvado círculo vicioso! porque en la generación anterior no reinaba el ideal de la bendición mandamiento consejo y consejo mandamiento y bendición. O porque el padre no vivía santamente su ser varón y padre. La desaparición de los modelos, ha cegado la fuente de la sabiduría, la cultura  de la fe vivida.

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