6.- Esa misma estructura de pecado, en el relacionamiento de los sexos, se hace especialmente visible en la prostitución, donde cada uno cede lo que le interesa al otro. La mujer cede su cuerpo al hombre y el hombre cede su dinero a la mujer. Es frecuente oír entre cierto tipo de mujeres: «ellos sólo piensan en eso» o «conseguite uno con plata».
7.- Debido a la lujuria, el varón pierde el control racional de sí mismo que debe caracterizar al ser humano. Deja de ser dueño de sí mismo y se hace esclavo de su pasión. Entonces, si tiene al lado una mujer mala o ignorante, puede caer bajo su dominación. La mujer mala y/o ignorante aprovecha la debilidad sexual del hombre para dominarlo o manipularlo. Existe en los cuentos infantiles la figura de la bruja hermosa y seductora, que seduce a los hombres para destruirlos después.
8.- La elección de pareja se propone de diversa manera en la milenaria sabiduría de la cultura católica y en la civilización de la Babilonia lujuriosa, figurada como gran prostituta. Ésta última induce a sus víctimas a confundir la atracción erótica con la elección amorosa.
9.- En ese terreno, la mujer es más fuerte que el hombre. Pero paga caro esta manipulación, porque ella necesita de la sana razón del hombre y no tendrá al lado a un varón dueño de sí mismo y de razón sana y fuerte, en el momento en que lo necesite para auxiliarla en sus desequilibrios emotivos. Además, después de dominar al hombre, lo menospreciará.
10.- Cuando el hombre se ve despreciado por su propia mujer, no siempre comprende el motivo de ese menosprecio. Pero debido a él, pierde, a menudo, el sentido de su propia dignidad, la autoestima que le es tan necesaria. A veces, el alcoholismo masculino tiene su raíz en el menosprecio de la mujer, que él se ha ganado por su falta de dominio de sí mismo.
11.- La mujer buena e inteligente, por el contrario, ayudará al novio o al esposo a dominarse a sí mismo. Será pudorosa y no lo provocará para seducirlo con sus atractivos. Ella debe velar y ser como el ángel guardián de la razón de su marido. Con eso lo ayudará a dominar su pasión y a ser dueño de sí mismo. Ella comprende que esto no le quita ascendiente sobre su novio o esposo. Y como lo quiere bien, no quiere dominarlo. De esta manera la novia o la esposa contribuye a que su pareja pueda serle fiel, ya que un hombre que domina su pasión con su razón, resistirá mejor las tentaciones.
12.- Así tendrá a su lado un hombre de razón clara y vigorosa, un verdadero varón, cuando lo necesite. Como la princesa de los cuentos de hada, ella reina por la caridad esponsal y no por la dominación del embrujo erótico.
13.- Por oponerse a la obra de Dios, el demonio tienta a la mujer contra su marido, para que en vez de ayuda se convierta en enemiga y, si es posible, en destructora, la que Dios destinó a ser amiga y ayuda del varón.
14.- La castidad es la virtud que se opone a la lujuria. La castidad matrimonial es, además, la virtud que protege a los cónyuges contra la infidelidad. Donde hay castidad matrimonial difícilmente entra la infidelidad, que es hija de la lujuria.
CASTIGO DE LA LUJURIA
15.- En el libro del Levítico, Dios le manda a su pueblo que no se haga impuro practicando las mismas abominaciones sexuales que practicaban los pueblos paganos entre los cuales vivía: Egipto y Canaán. En Egipto era común el incesto y en Canaán la prostitución sagrada y otras abominaciones similares a las que vemos hoy.
16.- Israel debía tener una conducta sexual distinta, santa, subordinada a la santidad de los vínculos familiares y al servicio de la vida familiar. Dios le advierte que si no guarda una conducta de santidad sexual, la tierra en que viven, que es una tierra santa, tendrá asco de ellos por impuros y los vomitará, como vomitó antes a sus habitantes por practicar una conducta sexual abominable: incestos, adulterios, prostituciones, homosexualidad, bestialidad.
Ya hemos tratado antes de este asunto en nuestro blob. Léase todo el capítulo 18 del Levítico que se encontrará en el blog Toma y lee. Aquí citaremos sólo los siguientes versículos:
17.- «No os hagáis impuros con ninguna de estas acciones, pues con ellas se han hecho impuras las naciones que yo voy a arrojar ante vosotros. Se ha hecho impuro el país; por eso he castigado su iniquidad, y el país ha vomitado a sus habitantes. Vosotros pues guardad mis preceptos y mis normas, y no cometáis ninguna de estas abominaciones…porque todas estas abominaciones han cometido los que habitaron esta tierra antes que vosotros, y por eso el país se ha llenado de impurezas. Y no os vomitará la tierra por vuestras impurezas, del mismo modo que vomitó a las naciones anteriores a vosotros. Y si alguien entre vosotros comete esas abominaciones, esos han de ser exterminados de en medio de vosotros» (Levítico 18,24-29).
18.- Ha sido mérito del pueblo y de la civilización y de la cultura bíblica y católica, integrar la sexualidad en un contexto de santidad familiar. Así ha surgido la virtud y la cultura de la castidad.
19.- Sigue siendo verdad que la lujuria provoca la disolución y la ruina histórica de la familia y de las naciones. Y en el pueblo de Dios, en la Iglesia, la impureza tiene efectos igualmente devastadores.