MI ENCUENTRO CON EL NIÑO JESÚS (2 de 3)

Estamos rodeados de milagros porque convivimos con la atmósfera del mundo divino. Y sin embargo a los agraciados con fenómenos sobrenaturales no se les suele prestar fe, y más bien se los mira con suspicacia, como a gente algo desequilibrada y rara. 
Se descalifica toda manifestación sobrenatural, sospechada de antemano de falsificación, credulidad o superchería… y luego se pregunta ¿Dónde está Dios? 
 
Buscando al Niño perdido
Salimos hacia la puerta del la fortaleza, mirando en derredor si habría alguien más y allá estaban los militares custodios de la fortaleza que esperaban que nosotros saliéramos para cerrar el portón. No había nadie a la vista. No quedaba nadie en la fortaleza.
Yo conté le conté todo rápido a Amado y apuramos el paso buscando en el camino que circunvala la Fortaleza, el camino que va a la ruta 9 y al parque. Como nosotros estábamos en una altura, veríamos a alguien incluso a los autos de los turistas.

Pero ya no había ninguno.
Amado me dijo que el niño podía haber salido corriendo, subido a un auto y éste podía haber arrancado muy rápido de modo que no nos dio el tiempo para verlo.

Entonces comenzamos a analizar las palabras del niño y llegamos a la conclusión de que era Jesús.

«¿Por qué a mí?» dije llorando pues sentía mucha pena por no haberlo reconocido.

«¿Por qué no?» me dijo Amado…San Agustín y tantos santos y personas han visto a Jesús como niño. No te preguntes por qué, sino para qué. Y allí comenzamos a analizar todo en detalle y yo lloré todo el resto del día y de la semana. ¿Por qué lloras? me decía. Y yo le respondía una y otra vez «lo que más siento es que no lo reconocí….»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.