MUJERES HISPANO CRIOLLAS [9]
FANCISCA JAVIERA ALBÍN DE GOMENSORO

Otra víctima, como su madre Da. María Antonia Olmos de Albín, durante la Invasión del pueblo de Las Víboras en agosto de 1801, por una banda de ladrones terroristas al servicio de los portugueses y con la misión de recoger documentación estratégica y hostigar la familia y bienes de su padre el comandante Dn Francisco Albín, ausente en el Fortín de Santa Teresa (Actual depto. de Maldonado) oponiéndose al avance portugués.

(Al Margen:) 4ª TESTIGO INTERROGADA/DOÑA FRANCISCA JAVIERA ALBÍN DE GOMENSORO

En la Colonia del Sacramento a primero de septiembre de mil ochocientos un años, en prosecución de las antecedentes diligencias, el Sr. Don Juan Pedro Maciel Juez Fiscal de esta causa , recibió Juramento a Da. Francisca Xaviera de Albín, mujer legítima de D. Bernardo de Gomensoro, que lo hizo por Dios nuestro Señor y una Señal (sic) de la Cruz, bajo el cual prometió decir verdad en lo que supiere y fuere preguntada, y siéndole

1ª Preguntada, ¿ que refiera lo que supiere de los excesos cometidos en su casa a mediados del pasado mes de Agosto cuando fue invadida por una  cuadrilla de ladrones; si conoce a estos, y qué éxito tuvieron; y si son los que se hallan presos en esta Real Cárcel, que condujo una partida de Blandengues de Buenos Ayres dijo?

Dijo que el día 19 del mes anterior Agosto, entre ocho y nueve de la mañana estando la que declara en si casa con su marido Dn. Bernardo de Gomensoro y su hermano Martín, yendo los tres hacia un arroyo inmediato donde estaban lavando ropa sus criadas, vieron venir de  repente varios hombres a caballo y advirtiendo que su hermano Martín corrió hacia la casa, al momento lo detuvo un hombre que lo hizo hincar y luego tender boca abajo dándole fuertes golpes con la carabina que llevaba, y habiéndose apeado lo amarró. Y que al instante otros dos, uno de ellos que se llamaba Antonio Larrosa, vinieron e hicieron lo mismo con su marido Dn. Bernardo, y a todos los llevaron a su casa, a ellos los encerraron en la cochera, y a mi me echaron adentro con mi madre, de allí fuimos a rebencazos para la cocina, allí nos hicieron sentar dijo la que declara y luego quedaron allí, oyendo las palabras más obscenas, desvergonzadas y disolutas que el pudor /16v/ no permite decir; custodiadas en estos términos todo el día por cuatro de ellos.

Que oyeron que los demás estaban saqueando toda la casa, rompiendo los muebles, quemando los papeles y cuantos excesos se pueden imaginar anduvieron haciendo por toda la casa, no obstante que la madre de la declarante les había dado todas las llaves y les había ofrecido varias veces todo lo que en ella había con tal de que no las maltratasen y matasen.

Dijo también la que declara que como a las tres de la tarde las sacaron de su prisión y trataron de llevarlas a las ancas de los caballos, pero que resistiéndose la que declara y su madre y hermanas, las maltrataron a chicotazos y puñetazos hasta que las subieron en los caballos; en cuyo tiempo dice la que declara que oyó a Martín Curú o Pereyra, Feu, y a otro llamado Palomino que lo mataron después; que dijeron éstos que matasen a su hermano Martín y a su marido ya que no habían encontrado a su Padre para matarlo y hacerles beber la sangre, y que uno de /f17 / ellos llamado Pedro Mereles que lo aprendió la partida, se puso entre unos cueros de la cochera a hacerle puntería con su escopeta pero que se lo impidió atropellándole a caballo otro que no lo han preso, diciéndole los dejase que bastante muerte tenían ya con ver llevarse el uno a su madre  hermanas y el otro a su mujer y que entonces se marcharon, pero a la media cuadra arrojaron al suelo a su madre toda ensangrentada de un sablazo que le dio Palomino en la cabeza a tiempo de montar a caballo.

Dijo también la que declara que como a veinte pasos más adelante las arrojaron a ella y sus hermanas, y que al instante endilgaron para su casa hacia el lado del río tras de su marido y hermano que pasaban el otro lado del arroyo, y habiendo visto entonces alguno de los ladrones que venían, se escondió la que declara en el monte del arroyo en medio del agua con su marido hasta tres horas después que vieron empezar el combate de la partida de Blandengues, creyendo pudiesen haberla vencido y volviesen a matarlos  por allí rodando y fugitivos dijo la que declara, se pasó la noche con su marido hasta el ser de día que se fueron a su casa, a donde encontraron parte de la partida de Blandengues que había ido en busca de ellos y los condujeron a lo de Don Ambrosio Bibero, donde estaban todos los demás y allí hallaron muerto al cabo y muy malo a un soldado todo baleado en un muslo, que murió en manos de la que declara el día siguiente y allí se mantuvo la que declara con su familia hasta el sábado todo el día en que trajeron vencidos y amarrados a los facinerosos que habían cometido los insultos que van referidos según dijo la que declara, diciendo también que los conoció a todos ellos de vista y que supo entonces sus nombres, que se llaman Martín Pereyra o Curú, quien frecuentemente les decía que venía a vengar los agravios de su amigo Curú, creyendo no lo conocían.

Y que decía también que luego vendría a la Colonia a matar al Comandante y /f18/ llevarse a su mujer para castigarla como castigamos a ésta, (por la madre de la que declara): el otro de los presos supo se llamaba José Hernández: Lorenzo Salay: Antonio Larrosa: Pedro Mereles: Juan Sánchez: Antonio Pintos: Jacinto Viera: Bruno Paies: Manuel de la Cruz reyes y González y José Ignacio Martínez alias el plancheado: Que después de todo supo la que declara se llevaron a todas las criadas y criados de su casa; dijo también la que declara que hasta el pañuelo de la cabeza le quitaron, dejándola en tanta desnudez que un peón le tiró una jerga luego que la vio que llegaba a si casa en suma desnudez: que entonces vio la que declara que su casa la había robado toda rompiendo todos los muebles y papeles: que es cuanto en el asunto se acuerda y puede declarar con verdad en fuerza del juramento que tiene hecho en que se afirma y ratifica y siéndole leída su declaración dijo estar bien escrita que es de edad de diez y nueve años y lo firmó con dicho Sr. Juez y testigos.-  Juan Pedro Maciel = Francisca Javiera Albín = Ante mí Agustín López = Test. A ruego Antonio Delgado= Test. Antoni Delgado

SUPLEMENTO

– Por respeto a la testigo no es preguntada por las violaciones sufridas por tres de los bandidos, que se documentan en otras declaraciones de los encausados. Uno de los asaltantes Manuel de la Cruz, de 15 o 16 años, natural de Montevideo, declara al respecto ante la tercera de las preguntas del interrogatorio: 

Dijo: Que habiendo salido al salir el sol del paraje donde hicieron noche como a tres leguas de Casa de Albín, y cuando el que declara llegó porque como iba arreando los cargueros tardó bastante, ya habían saqueado lo más de la casa, encontró todos los papeles regados y hechos pedazos por el patio y luego vio echar al fuego algunos legajos: entonces dijo el que declara que lo destinaron a él a hacer centinela a las señoras y criadas y a los criados que tenían amarrados y todos metidos en la cocina; y que allí se estuvo en aquel destino hasta que llegó el tiempo de irse y en que las sacaron, en cuyo tiempo, entró allí Juan Sánchez el porteño y sacó a una de las Señoras llamada Javiera /54v/ y la llevó a un galpón donde había cueros y allí hizo con ella forzándola a lo que el pudor natural no permite el referir, —– Que entonces el declarante fue e hizo lo mismo. ——- Y aún no se había levantado del suelo todavía la expresada Señora, y no habiendo concluido [con ella] el declarante, ya estaba allí para el mismo efecto “el Chumbeado” Antonio Pintos, quien hizo lo mismo que el declarante como lo vio el que declara.

Dijo asimismo el que declara que después de esto un portugués llamado Chico que se fue huido, sacó de donde las demás a otra señorita doncella según el mismo portugués dijo después, y la llevó atrás de las cocinas y allí hizo con ella lo que el declarante y los demás con su hermana Doña Javiera. Y queriendo sacarla otra vez el mismo porteño Juan Sánchez que había sacado a su hermana Javiera, le dijo el portugués que la dejase porque él ya la había rompido y lastimado, a lo que el porteño la dejó”

Llegado el turno de Juan Sánchez para declarar, niega haber forzado a ninguna mujer en estos términos

-8ª Preguntado asimismo seguidamente si forzó o violentó en esta casa alguna de las señoras, usando de sus cuerpos? — Responde diciendo que concurrió con los demás al saqueo de la casa de Don Francisco de Albín, pero que él no hacía otra cosa que estar en las puertas y robar lo que podía sin hacer daño a nadie. Ni sabe el que declara la intención que tuvieron sus compañeros en el robo de las criadas y en llevarse a las señoras y que tampoco el que declara insultó de palabra ni de obra ni se allegó a ninguna de las señoras para nada, responde.—

Pero el esclavo mulato paulista Pedro Mereles, en su confesión confirma el testimonio de Manuel de la Cruz que convence de mentira la declaración del porteño Juan Sánchez:

-8ª Preguntado diga lo que aconteció en aquella casa y hasta que se encontraron con la partida de Blandengues […] – Dijo asimismo el que declara que en la noche de ese día en el monte donde la pasaron oyó decir al Juan Sánchez el Porteño y a Manuel de la Cruz cómo ese día habían sacado de la cocina a una de las Sras. Llamada Da. Javiera y llevándola a un galpón de cueros, allí usaron su persona, uno tras otro forzándole su voluntad; y lo mismo oyó decir al Portugués llamado Francisco, uno de los que escapó, que también él había hecho lo mismo en aquel entonces con otra señorita más joven llamada Pepa [Josefa, Josefina] a quien había quitado su virginidad, responde. 

Un tercer acusado que convence de mentira al violador Juan Sánchez es el húngaro Lorenzo Salay quien preguntado responde:

7ª Preguntado, diga lo que aconteció después del saqueo de las Víboras hasta que robaron la casa de Dn. Francisco de Albín y encontraron a la partida de Blandengues que resistieron? 

«El que declara dice que no se mezclaba en nada de esto sino en beber y estar cuidando los parajes donde lo ponían. Y que estando el que declara en el patio vio sacar de la cocina a una de las señoras que la llevaba el porteño Juan Sánchez hacia un galpón que estaba enfrente y allí estuvo viendo el que declara usaron de su persona, el mismo Juan Sánchez, Manuel de la Cruz y Antonio Pintos que fue el último.

Un cuarto acusado, el tucumano Jacinto Viera inculpa en su declaración a Juan Sánchez: 

a las Señoras y criadas, las encerraron en la cocina, insultándolas y maltratándolas, hasta les oyó decir habían alguno de sus compañeros violado sus personas, que el que declara vio por sus ojos que Juan Sánchez el Porteño, y Manuel de la Cruz, sacaron de la cocina a una de las Sras. Da. Xaviera, y en un galpón de cueros que estaba enfrente la violaron, primero fue Juan Sánchez y luego Manuel de la Cruz; dijo asimismo el que declara que vio que los papeles de la casa los tiraban, y que quemaban, en cuya operación vio se ejercitaba principalmente el Porteño Juan Sánchez.

Un quinto acusado, responde a una séptima pregunta declarando lo que sigue: Dijo asimismo el que declara que la relación que lleva hecha en esta respuesta fue lo mismo que él hizo, por sí , vio y oyó que hicieron los demás sobre el robo y maltrato de las personas
Y que consiguiente a esto mismo supo la noche que se retiraron al monte después de la primer refriega cómo ese día habían forzado con violencia a dos de las mismas señoras, Da Javiera y Da. Josefa. El Porteño Juan Sánchez, y Manuel de la Cruz, disfrutaron de la primera según les oyó declarar a ellos mismos. Y a la segunda el Portugués llamado Francisco que se escapó. Las disfrutaron a su voluntad: responde-
-10ª Preguntado diga, lo que aconteció 

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