«TE OÍ ANDAR POR EL JARDÍN Y TUVE MIEDO PORQUE ESTOY DESNUDO«
RELACIÓN ENTRE OÍDO VISTA Y GUSTO
LA CAÍDA DESDE LA PERCEPCIÓN SOBRENATURAL A LA PERCEPCIÓN SENSIBLE
PONE DE MANIFIESTO LA DESNUDEZ
EL AMOR SE CONVIERTE EN MIEDO
GÉNESIS 3 1-24 «La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yahveh Dios había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Cómo es que Dios os ha dicho: No comáis de ninguno de los árboles del jardín?» 2.Respondió la mujer a la serpiente: «Podemos comer del fruto de los árboles del jardín. 3.Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte.» 4.Replicó la serpiente a la mujer: «De ninguna manera moriréis. 5.Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal.»
VIERON Y COMIERON –> COMIERON Y VIERON 6.Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente comió.
La mirada de la mujer es una mirada sensible, afectiva, que inhibe la vista de la razón y la inteligencia. Una evidencia sensible que se sobrepone a la evidencia de la mirada espiritual. Es como si dijéramos que La Mujer vio al fruto como «bueno para darle un toque a la ensalada de frutas». Es que el árbol era sagrado. No se podía ni siquiera TOCAR. Es decir tener contacto con él por el más sensible de los sentidos: el tacto.
La verdad y bondades de ese árbol no eran aprehensibles por una mirada puramente corpórea, no gobernada por la mirada sagrada compartida con Dios por la obediencia. El árbol estaba en el Paraíso en el centro del Jardín cercado. Representaba a Dios. Era el árbol de la ciencia y de la vida. Es decir de la Inteligencia divina y del Amor, divino porque Dios es Amor. El tronco es el Origen, las dos ramas son el Verbo y el Amor (=Vida de Dios). Ambos procedentes del mismo tronco, el llamado Origen de Ambos y Padre del Hijo. El fruto no se podía tomar por sí mismo. Tomarlo para la ensalada fue sacrilegio, desacralización, secularización, profanación, rebelde desobediencia, desvinculación. El fruto iba a ser recibido como don a los seres humanos. Diríamos que prefiguraba la Eucaristía. Un trigo transubstanciado en Cuerpo del Verbo. Debía ser recibido, no era lícito apoderarse de él. El rito de comunión en la boca es más elocuente de recepción de Dios. La comunión en la mano tiene algo de recepción, pero tiene más de toma de apropiación, o apoderamiento.
SE LES ABRIERON LOS OJOS Y SE DIERON CUENTA DE SU DESNUDEZ 7.Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos1; y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores. 8. Oyeron luego el ruido de los pasos de Yahveh Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, y el hombre y su mujer se ocultaron de la vista de Yahveh Dios por entre los árboles del jardín. 9.Yahveh Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?» 10.Este contestó: «Te oí andar por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo2; por eso me escondí.» 11.El replicó: «¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo3? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?» 12.Dijo el hombre: «La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí.» 13.Dijo, pues, Yahveh Dios a la mujer: «¿Por qué lo has hecho?» Y contestó la mujer: «La serpiente me sedujo, y comí.»
Llegamos a esta desnudez original del Ser Humano. La primera desnudez. Y el primer efecto de la desnudez que es la vergüenza. Una vergüenza que se supone recíproca, Vergüenza de verse a sí mismo y de verse visto por el otro, y verse decaído de su anterior aspecto. Mirado por el otro y vistos entre sí con otra mirada. Ahora mirada de disgusto, de decepción, de vergüenza. Podríamos pensar que la primera discusión del primer par humano fue sobre ese modo de ser visto y de verse mirado: «¿por qué me mirás así?». Al vestirse quieren cubrir lo que es motivo de vergüenza que vea el otro.
Pero ese primer «tabú» de la mirada no es algo puramente estético. Su esencia es teológica y expresa algo que no está oculto para Dios: «¡Quién te ha HECHO VER que estabas desnudo?» Lo estabas, sí, es cierto, pero mientras estabas en estado de gracia, estabas y te veías bajo el aspecto de gloria divina tanto en tu interior como exterior. No había diplopía. Había convergencia entre ambas visiones.
Lo que ha sobrevenido es como una ceguera de la anterior potencia visual y una resultante reducción de la mirada a lo puramente natural y corpóreo. La vergüenza de sí mismo ante el otro es no sólo corpórea sino integral, va junto con la pérdida del amor a su Arquetipo divino (Varón =Verbo, Mujer = Espíritu santo). El miedo a Dios, ha sustituido en el interior del hombre el modo de tratar con Dios. La vergüenza es también consecuencia de ver-se ahora ambos reducidos y despojados de aquél aspecto exterior glorioso de sus cuerpos, pero también por la desnudez del corazón, cuyo amor se ha vuelto miedo.
Cuando se pasa por alto esta primera enseñanza de las Sagradas Escrituras sobre la desnudez se pierde la perspectiva de la Revelación expuesta en la Sagrada Escritura. Su naturaleza tiene algo de profanación. Algo de bloqueo de la sensibilidad para medir la naturaleza sagrada de las fuentes de la vida y del poder proveniente de la voluntad del varón y de «las sangres»; es decir las de la mujer. La mujer comparte con el Espíritu Santo, que es su Arquetipo divino – el atributo de ser «Dadora de Vida» y «Árbol de la Vida». El acto de des-cubrir, mostrar, a la mirada profana y concupiscente los órganos que dan la vida, es acto de profanación y desacralización del cuerpo. Equivale a transgredir la prohibición bíblica de «des-cubrir la desnudez» propia, mostrarla a los demás.
Espiar la desnudez ajena para explorarla con la mirada es, a lo largo de la Sagrada Escritura y en las tradiciones tanto del antiguo como del nuevo testamento, algo equivalente a una apostasía. Esa apostasía o caída del sexo desacralizado recibe en las cartas de San Pablo el nombre de Porneia, y es en nuestros días lo porno y la pornografía… la lujuria o sexo por sí mismo, separado del amor.
En el ser humano el sexo es sólo un accesorio del amor. Hacer de lo accesorio lo principal es decaer de lo humano a lo animal.