me ayude a conocer y amar más a Dios no alguien que me aleje de él y ahora casi todos los chicos son así. Bueno, los que me han presentado son así. Pero hay uno que siempre me molesta y tiene todas esas características que no me gustan Padre.
A veces pienso que está como que imposible encontrar a un chico con las características que busco. Muchas personas se me burlan y me dicen que me haga monja mejor, porque dicen que soy muy exigente.
Discúlpeme Padre si he repetido las mismas cosas en diferentes formas. Lo felicito de nuevo por el libro y me encantaría que escriba otro igual a La casa sobre roca gracias Padre! Envíeme su bendición desde lejos. Dios y la virgen lo cuiden padre, lo tengo en mis oraciones muchísimas gracias! Verónica
MI RESPUESTA
Querida Verónica:
Hay un antiguo refrán español que dice “Matrimonio y mortaja, del cielo bajan”. El esposo se recibe de las manos de Dios. Mejor dicho Dios entrega a su hija como esposa a otro hijo suyo. ¿Recuerdas el testimonio de Ernesto desde el Paraguay que publiqué el 8 de mayo de este año 2010 en el Blog del Buen Amor? Él allí manifiesta su experiencia de que ha recibido de Dios a Dorita su novia.
No se trata de que tú salgas a buscar enamorado. Sino que te dispongas para ser encontrada. Busca a tu alrededor familias católicas como la tuya y trata de que haya relación entre una y otra. A veces entre familias de parentesco lejano existen jóvenes de cultura y religiosidad semejante. Y sin tener ya los inconvenientes de la consanguineidad cercana, tienen la ventaja de la religión y la cultura común. Leemos en la Sagrada Escritura que los patriarcas buscaban esposa para sus hijos dentro del clan, es decir, dentro de la misma religión y cultura.
Esos chicos a los que te refieres, no son de tu misma cultura, aunque sus antepasados quizás si lo fueran. Pero ellos, hoy, sido des-inculturados, trans-culturados y transformados en seres pertenecientes a otra cultura que no es la cristiana. Y por lo tanto tienen maneras de ver a la mujer y a la sexualidad que tú nunca lograrías aceptar y con las cuales serías eternamente infeliz. Para eso: más vale quedarte soltera que vivir mal casada. Esos jóvenes, cuyo modo de vivir y de relacionarse con la mujer tu corazón rechaza, son, al decir de san Pablo: “incircuncisos de corazón”.
Pero Dios, que es tu Padre, tiene miles de hijos y puede destinarte a alguno de ellos. No sabes cuál, ni debes buscarlo por ti misma. Pero sí estar atenta si eres encontrada por uno de ellos que reconoce en ti a su mujer. En La Casa sobre Roca, habrás leído la historia del filósofo argentino Alberto Caturelli y cómo Dios le hizo reconocer a la que le daba por esposa (páginas 58 a 61).
No faltes a la Misa dominical, y vístete y arréglate con pudor y modestia para la solemnidad de esa fiesta. El Padre da belleza y encanto a sus hijas y eso es una gracia que deben cuidar. No para envanecerse, ni para ensoberbecerse ni para competir con otras, ni para acosar sexualmente a los varones, sino para presentarse ante Dios como el Padre las hizo, cuidando el traje de belleza que les dio como una gracia divina que debe reflejar la belleza interior del amor divino, que es la belleza principal.
Frecuenta la parroquia y las procesiones, las grandes fiestas de la Virgen, del Señor o de los santos en los santuarios de tu tierra. Asiste a los grupos juveniles y los retiros espirituales. Fórmate para dar catequesis a los niños. Y estate siempre pronta, como las vírgenes prudentes, porque no sabes a qué hora vendrá el novio, en este caso el tuyo. Y tu buen deseo de ser hija del Padre celestial sea tu lámpara encendida que arda siempre en su presencia. Que la luz de tu lámpara sea ese deseo de ser ministro de su amor para tu esposo en el sacramento del matrimonio, y madre de hijos para Dios y para tu esposo, santos adoradores eternos.
Para eso te ayudará vivir religiosamente cada período mensual de tu fecundidad femenina. Meditando cómo en esos días Dios, tu Creador y Padre amoroso, que te creó para ser esposa y madre, obra en ti ese gran misterio por el cual ha puesto en tus entrañas la fuente de la vida. Que ese período mensual te recuerde tu vocación a dar la vida a adoradores eternos. No lo vivas como un hecho higiénico puramente natural Aprovecha para vivirlo “místicamente” como una vocación religiosa inscrita en tu naturaleza de mujer. Una vocación al matrimonio y a darle descendencia a un esposo, hijo de Dios, cuando lo disponga Dios, si Dios así lo dispone.
Durante esos días puedes hacer un pequeño retiro espiritual entregándote algo más intensamente que de costumbre a los ejercicios de piedad: adorar al Santísimo Sacramento, rezar el Rosario, hacer alguna lectura espiritual, como por ejemplo alguna vida de santos, en especial de santas mujeres. De esa manera tendrás tu lámpara encendida para cuando llegue aquél a quien tu Padre celestial te destinó como esposa. Y a la luz de esa lámpara reconocerás que él es el que viene portando el amor que Dios puso en él para ti.
Si quieres preguntarme más, estoy a tus órdenes.
Padre Horacio
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