Habían comenzado el camino del amor pensando inocentemente que sabían amar y que se las iban a arreglar perfectamente bien por sí mismos; igual a como se las arreglan los patitos para salir nadando apenas nacen.
Sí, mucha gente – sobre todo los adolescentes, los jóvenes, pero también muchos mayores inmaduros – se creen que nadie tiene que enseñarles a amar porque ya saben lo que es el amor. Cuando los seres humanos se asoman a la vida sienten en ellos esos movimientos nuevos y desconocidos de la atracción de los unos por los otros y ya se piensan que basta dejarse llevar por esos impulsos para amar.
Y resulta que el Creador, – desde las Sagradas Escrituras que contienen la revelación de su divina sabiduría -, nos dice que es Él quien nos tiene que enseñar a amar.
Nos resulta algo sorprendente que tengamos que ser instruidos para amar. ¿De veras tenemos que ser enseñados a amar? ¿Amar es algo que nos tiene que ser enseñado? ¿Que nos tiene que enseñar Dios entonces? ¿O sea que nosotros no sabemos amar, no sabemos amar como conviene?
Sabiduría del deseo, sabiduría del amor
En otra de sus cartas dice San Pablo: “no sabemos pedir como conviene” . Se pide lo que se desea. No sabe pedir el que no sabe desear. Y no sabemos desear porque no sabemos amar. Necesitamos pues que el Espíritu del Amor venga en nuestra ayuda para enseñarnos a amar, enseñarnos a desear y de ese modo aprendamos a pedir como conviene.
Por eso el Espíritu Santo acude en nuestra ayuda con gemidos que no se pueden expresar y que son los gemidos del Espíritu Filial que nos hace decir “Abba, Padre”.
Los tesalonicenses aprendieron a amarse como conviene entre ellos cuando aprendieron a amar a Dios como Padre y a vivir como hijos. Hasta entonces no habían sabido amar como conviene y posiblemente habían sufrido mucho por no saber amar.
Y el amor esponsal verdadero entre varón y mujer es un caso particular de este mapa divino-humano del Amor.
¡Es así! El hombre, después de la caída del pecado original, no sabe amar y sufre mucho por no saber amar y porque aquellos a los que él ama y desea que lo amen, no lo saben amar.
Este no saber amar no sólo es un mal de cada individuo aislado sino que es un mal de la sociedad humana. ¡No nos sabemos amar entre nosotros! Y esto principalmente en el lugar por excelencia del amor que es el amor esponsal; amor que es la fuente de todos los demás amores: del amor fraterno, del amor de las familias entre sí. Saber amar es una Sabiduría que se recibe por Gracia. Es un regalo de Dios.
Si el amor es una pasión de un ser espiritual y racional, algún papel tiene que jugar la inteligencia en la dirección del sentimiento amoroso, del afecto, para que sea un amor humano, un amor espiritual, un amor racional.