SUSANA SEEBER DE MIHURA 1945/6 [41]
Combate espiritual
Agitación de pensamientos

Arcángel San Miguel

SUSANA INGRESA
EN EL COMBATE ESPIRITUAL:
«PENSAMIENTOS ENCONTRADOS»
QUE SIGNAN EL CAMINO HACIA DIOS

AÑO 1945 — NOVIEMBRE
«Hojeando, ayer, un libro del Cardenal Mercier vi aparecer de nuevo las palabras que siempre me asustaron y me rechazaron: “sufrimiento”, “sacrificio”, “dolor”. ¿No podré ser cristiana sin eso? ¡Es necesario el dolor, no podré llegar a Dios por la alegría, en la alegría y la belleza, en el amor a la vida? […] … el caos de hoy en el mundo es la lucha del comunismo para imponerse sobre nuestra civilización» […] «La guerra no ha sido más que un incidente en la lucha que todavía sigue, que inevitablemente seguirá. La única defensa ¿estará en la fe católica? Confusa y vagamente empiezo a creerlo» [… ] «De pronto, todo mi egoísmo se revela contra ese esfuerzo, contra la posibilidad de abandonar mi vida serena y segura. Y todo me parece un “romanticismo” más, entre los tantos que han habido en mi vida.» […] «Tengo miedo de ser realmente cristiana. Tengo miedo de lo que me va a exigir amar a Dios, y al mismo tiempo quiero que me exijan todo lo que mi personalidad puede dar»

NOVIEMBRE
2          Bajo un impulso he obrado en todo esto, sin una idea clara de lo que hacía ni de lo que buscaba. Le HE dicho al padre que, con mi inteligencia, comprendía. Es cierto a medias. No es ante Dios ante quien me inclino, es ante un Misterio que, ese sí, sé que existe. Al llamarle Dios quizás esté dentro de la idea cristiana, pero hoy todavía no estoy segura. Y eso por ignorancia. No sé cuál es el concepto teológico de Dios. Sobre eso tendría que leer.

            Hojeando, ayer, un libro del cardenal Mercier, en lo de V., vi aparecer de nuevo las palabras que siempre me asustaron y me rechazaron: “sufrimiento”, “sacrificio”, “dolor”. ¿No podré ser cristiana sin eso? ¡Es necesario el dolor, no podré llegar a Dios por la alegría, en la alegría y la belleza, en el amor a la vida?

 ***  

          De pronto, hoy, se me apareció la idea ( se me apareció es la palabra, como aparece  un relámpago en el cielo oscurecido): el caos de hoy en el mundo es la lucha del comunismo para imponerse sobre nuestra civilización ( que sigue dormida y sin poder despertarse). Es el comunismo en todos lados, tomando nombres distintos según donde se infiltren (mi idea es confusa pero a su eje lo veo claro). La guerra no ha sido más que un incidente en la lucha que todavía sigue, que inevitablemente seguirá. La única defensa ¿estará en la fe católica? Confusa y vagamente empiezo a creerlo. ¡Qué huecas y vanas me suenan, hoy, las soluciones que ofrecen los partidos políticos del mundo entero! “Justicia social”, “seguridad económica”: visto desde afuera, como los veo hoy, les falta realidad. Paradójicamente, no están asentadas en la tierra porque falta en ellas el espíritu.

            Para que fueran una verdadera fuerza constructiva tendrían que recibir un soplo de religiosidad, de algo que las uniera a lo sobrenatural. Si no tienen fuerza motivante es porque se evidencia en ellas la inferioridad del hombre. Es lo que escribía el otro día: la idea de Justicia, la idea del Bien y de la Belleza, si se han venido abajo de golpe, es porque han aparecido como una creación de la mentalidad terriblemente imperfecta del hombre. Para que esto no pase, es necesario que haya algo independiente del hombre, un Dios al que estas ideas puedan referirse.

 ***

 6          De a ratos me opongo a este extraño entusiasmo mío, a este dejarme llevar por otra inteligencia. ¿En qué se basa esta seguridad- que tenía el otro día- de que este padre estaba en la verdad? ¿En qué esa sensación, de que de algún modo mi vida cambiaba bajo esa influencia y de que yo sería útil o necesaria para un fin, que ignoro, pero que el padre conoce? De pronto, todo mi egoísmo se revela contra ese esfuerzo, contra la posibilidad de abandonar mi vida serena y segura. Y todo me parece un “romanticismo” más, entre los tantos que han habido en mi vida.

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 7          Leía unos artículos de J. Huxley, el biólogo, en loS que explica la vida y la creación, muy bien y  biológicamente, sin necesidad de Dios.
            Pero no es de los hechos biológicos y materiales que uno parte para creer en la existencia de Dios, sino- no sé cómo decirlo- de conceptos “filosóficos”. Es con algo abstracto de mi persona material que concibo y creo en esa otra cosa abstracta que es Dios. [ Se evidencia la insuficiencia conceptual y terminológica en los comienzos de la formación teológica de la autora. Con la expresión “abstracto” está queriendo significar la inmaterialidad positiva- espiritualidad- del alma y de …]  Cuando papá reconocía la sinceridad de la fe de un hombre inteligente- como E. Padilla- y decía: “Es una cuestión de planos distintos”, estaba en lo justo.
            Sí, es razonar en un distinto plano. En un plano biológico puede Huxley demostrar, “científicamente”, que Dios no es necesario y eso no afectará a que, en otro plano, crea yo que Dios existe. Y las demostraciones, y las conclusiones que saqué, serán palabras huecas para este otro razonamiento mío.

 ***    

             Vengo de comer con el padre Moledo, en lo de Hernán. Tengo un peso adentro, una tristeza que empezó mientras esperaba que el padre empezara su conferencia. Una tristeza de mí misma: no sé qué era.

            Yo sé que si, al final, acabo por entregarme a lo que mande el padre, voy a entregarme totalmente. Y tengo miedo. Tengo miedo de ser realmente cristiana. Tengo miedo de lo que me va a exigir amar a Dios, y al mismo tiempo quiero que me exijan todo lo que mi personalidad puede dar. [Susana aún no conoce los estados interiores por los que pasa el alma y su origen en diversos espíritus. Esta diversidad de espíritus, este vaivén que se percibe de párrafo a párrafo es, san Ignacio, señal de que se avanza en la vida espiritual] He sido tan feliz en mi vida, pero siempre, en el fondo, había esa sensación como cuando hace mucho que estoy sentada y necesito caminar y cansarme. Estoy cansada de no estar cansada.

            No, equivocarme en esto sería demasiado terrible. Entregar mi vida y descubrir, de pronto, que había un vacío donde yo creía encontrar a Dios, que nada había sincero, que todo no fue más que “teatro” y romanticismo. Y que esa farsa colosal de que yo creyera en Dios, estaba basada en el poder de convicción de un hombre cualquiera. Pero no, no, no es eso.

            De pronto me parece que todas mis dudas son un disparate. Que era necesario que yo encontrara al padre, y que él es como un instrumento de Dios.

            Nunca me había imaginado la posibilidad de verme en un conflicto como éste. Todo empezó por una amargura general, social, en la cual yo, personalmente, no estaba en juego. Y ahora se me ha transformado en una cosa completamente distinta, en un problema que no puede ser más mío.

 ***  

 8          Y tal vez todo esto no sea más que la forma que este histerismo colectivo ha tomado en mí. Mis amigos de antes, los que apreciaban mi inteligencia y mi indiferencia religiosa, lo arreglarían diciendo que ¡son mis 41 años! Pero esa explicación no sirve. A juzgar por mi salud y por los antecedentes familiares tengo, por lo menos, diez años más: ¡diez años en los cuales no se podrán explicar mis preocupaciones con tanta simpleza!

Que mis pasiones se han calmado, sí: pero eso sucedió desde que tuve mi primer chico. Y me parece muy normal que así sea. La sensualidad estaba tan inextricablemente unida con ese deseo y necesidad, de “querer y ser querida”, que cuando pude dar rienda suelta a esto último, disminuyó lo otro. Y hay una satisfacción de los sentidos en besar a mis hijos y mirarlos, sin que haya nada turbio en mi sentimiento, a pesar de eso. Tampoco hubo nada turbio, nada complicado ni torturado en mi sensualidad. Me parecía tan natural y sencillo como reírme. Siempre he tenido conciencia de lo poco dramático, de lo poco que se parecía nuestro amor ante todas las novelas  modernas. Hay casi siempre alegría en nuestra sensualidad.

            No, no está el origen de lo que hoy me sucede en ningún “complejo” de esa clase.

            Ayer pasaba por el frente de una iglesia y entré un momento. Salí enseguida. No es allí donde puedo resolver hoy lo que me pasa, sino afuera, en la calle. Y tengo que irme a la estancia, a mi casa, a la vida monótona y serena, y ver qué me sucede allí: en qué, o si se resuelve, este conflicto que me ha tomado aquí de sorpresa.

            No se trata de “salvar mi alma”, tenía razón el padre Moledo. Mi alma, ¿acaso es tan importante? ¿qué significa un alma, que se contenta, en la tierra, con ser nada más que un alma, una cosa tan anti-natural, tan irreal? ¡Sería una pretensión extraordinaria y ridícula, creer que el alma de una mujer cualquiera tiene tanta importancia!

            No, no me interesa salvar mi alma, no es eso lo que me preocupa. Quiero darle un cuerpo a mi alma, hacer de mi alma una cosa que hable y que obre. Por otra parte tengo ahí, en el fondo, una vaga idea de que no me bastará siempre con este Dios, con este “Misterio”; y que algún día voy a verme frente a Cristo. Y es de eso de lo que tengo miedo.

 *** 

 10        Esta noche, porque no podía leer ningún libro, ni podía rezar – porque algo adentro mío parecía impedírmelo – me puse a leer los Evangelios en mi Misal. Los he leído otras veces y he admirado la forma, pero hoy los leía por primera vez. En todos los libros se adivina al autor detrás de las palabras; el autor con sus tesis, sus prejuicios y sus pasiones. Pero aquí es como si no hubiera nada atrás; aquí las palabras son grandes piedras desnudas y eternas. La verdad, eso fue lo que me parecieron.  Esas palabras, que dijo realmente Jesús, es imposible minimizarlas. Y era como si estuviera viéndolo: El hombre que fue, por primera vez me pareció que lo veía, a través de las palabras que cuentan su vida. Pero que la cuentan con un acento de verdad tal, que me era imposible dudar.

            ¿Es esto lo que quieren decir cuando hablan de “creer por un acto de fe”? ¿Creer, a pesar de que me demostraran cualquier cosa contraria a los Evangelios? ¿Creer, porque al leer, algo adentro mío ha dicho- porque lo sabe con una seguridad que viene de más hondo que la inteligencia consciente y la razón- “esto es verdad”?

            ¿Por qué no me pareció verdad antes? Pero eso no tiene importancia. Antes yo estaba dormida; antes, era antes de esta conmoción que ha habido adentro mío.

            Estoy tan cansada, tan cansada.

 ***  

 11        Estoy todavía observándome. Todavía algo me retiene de entregarme. Algo que no sé bien qué es; un poco el terror a la “beatería”, a la religión organizada y a esos ritos. Y también el miedo de amar a Cristo.

            Pero ¿por qué estoy midiendo y calculando mi amor? No he calculado, nunca, en el amor humano. No he temido amar a mis hijos, aunque sé hasta qué abismos de dolor me puede llevar, y cómo estoy de encadenada    a ese amor. ¿Por qué soy tan poco valiente con este amor? Nunca he pensado tanto para dejarme llevar por el amor.

 ***

 28        La gente está loca, histérica con Perón. Yo no sé cómo se va a llegar a elecciones con semejante clima de violencia.

 *** 

 31        (En San Gabriel)
Estoy feliz. Estoy en mi elemento. Esta es mi casa, con los cuartos amplios y las paredes blancas, y llena del rumor de los pájaros. Las sábanas de mi cama tenían un olor distinto, olor a la madera del armario viejo donde las guardan: olor a limpio, a sol y a aire.

Mi primera impresión, en este viaje por el desierto verde y ondulado que es el camino de Puerto Constanza hasta aquí, fue de un inmenso alivio, como si me desataran de no sé qué ligadura. “No hay gente, Enrique”, le dije. Kilómetros y kilómetros sin ver más que uno o dos seres humanos aislados. ¡Qué sensación de libertad me dio! Eso, y el olor de las sábanas, ¡son las dos impresiones fuertes del día!

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