SUSANA SEEBER DE MIHURA 1945/7 [42]

AÑO 1945 — DICIEMBRE

«Me espanta el proceso de Nüremberg, por lo que significa como negación del derecho y la justicia. “Es el suicidio de la civilización” […] «Ahora la religión no habla ya del alma y de Dios, ahora es una política, ha trascendido de lo individual a lo social. Lo siento, pero era inevitable, y necesario quizás para la religión. Pero sigo creyendo que, en última instancia, la religión es un problema del individuo frente a Dios […] “Voy a hablar de política  (cita palabras de un sacerdote en un retiro a mujeres), pero ¡no os asustéis señoras voy a hablar de política religiosa!. Y la política religiosa es la que gira alrededor del tema del “gobierno de sí mismo”. […] «¿Cómo ha de defender la mujer su dignidad? ¿En la calle o en su casa? Si de su dignidad se trata, es evidentemente en la casa donde debe defenderla. Porque cuantos más hijos tenga y sepa educar, más majestad tendrá, y más poder» […]

DICIEMBRE
7          El día todo lleno de cosas. Pero de cosas que forman parte de mí misma. Es más que interesarme, esto; y menos que no interesarme, lo que hago en Buenos Aires. Aquí, en todo lo que hago, en cada uno de mis actos, se materializa algo que hay adentro mío. Si riego mis plantas, las riegan mis manos y mis sentimientos. Y cuando no hago nada, estoy intensamente sintiendo, y oyendo y mirando. El peligro es esa excesiva conformidad de mí misma con mi ambiente: y que mis preocupaciones intelectuales se borran. Y mis preocupaciones religiosas están, también, como adormecidas, en este campo verde y tranquilo, sobre el que parece que Dios sonriera.

            Y, sin embargo, abro el diario y sé que estoy en un oasis, en una isla rodeada de oscuridad. Me espanta el proceso de Nüremberg, por lo que significa como negación del derecho y la justicia. “Es el suicidio de la civilización”, me decía Enrique. Y, realmente, todo lo que leo da esa impresión: de un mundo sin rumbo que se precipita ¿dentro de qué abismos?

            En el fondo, sigo pensado en mi diario, sigo pensando que éstas vacaciones deben prepararme para algo – no sé qué-, en que mis talentos sirvan.

 ***

 20        Releyendo un retiro del padre Román, del año ´41, ¡parece que hubieran pasado 50 años! Habla de los deberes de la mujer casada, de sus relaciones con Dios, con su marido y con sus hijos: “voy a hablar de política, pero ¡no os asustéis señoras voy a hablar de política religiosa!”. Y la política religiosa es la que gira alrededor del tema del “gobierno de sí mismo”.

            Ahí no hay confusión de ideas; en ese retiro habla a un grupo de señoras que se dedican a andar en sociedad, a hacer beneficencia, a sus hogares y a rezar. Y todo eso, y hasta el mal y el pecado, son cosas perfectamente bien definidas, y conocidas y establecidas. (Pero ahora la religión no habla ya del alma y de Dios, ahora es una política, ha trascendido de lo individual a lo social. Lo siento, pero era inevitable, y necesario quizás para la religión. Pero sigo creyendo que, en última instancia, la religión es un problema del individuo frente a Dios.)

            ¿A quién se le hubiera ocurrido que, tres años después, habría que vociferar “libertad” y “democracia”, discutir la palabra de los obispos y hacer escándalos en las iglesias?
            En medio de toda esa confusión, de esta amargura que siento, cuando leo que un sacerdote habla de “unirse a los judíos, protestantes y masones, para defender un ideal común”- y convierte a Jesucristo en un político revolucionario – siento la fuerza que significa que haya un Papa. Siento el alivio de saber que de sus palabras – que algún día tendrá que decir – no podremos dudar: tendremos que aceptarlas o dejar de llamarnos católicos.               

***

 29        La primera impresión, al leer en el diario los artículos de las “señoras democráticas”, socialistas o católicas, es de indignación y de desaliento: sobre todo los de las católicas. Tantas palabras que no representan ninguna realidad, tantas frases hechas, tantas estupideces. ¿O será hipocresía? Mi primer impulso es escribir una contestación a todo esto; el segundo, resignarme a la inutilidad de cualquier cosa que pudiera escribir, en este momento.

            Calmada, después de dejar pasar el momento de los impulsos, pienso: “es una tontería agitar más el avispero. Y una acción vana.” Porque todas las frases y todas las palabras no cambiarán la verdadera naturaleza de las mujeres. Ni influirán tampoco los “derechos civiles de la mujer” en los hechos importantes de la historia y de la sociedad. No influirán más de lo que han influido, desde Adán y Eva, las acciones privadas de las mujeres sobre los hombres.

            Así que: dejar pasar esto sin darle mayor importancia. Eso en lo que a política concierne. Pero en cuanto al efecto desmoralizador que ha de tener este continuo hablar de la “libertad” y del “sojuzgamiento” de las mujeres, eso sí tendrá influencia en el clima de este país.

            ¿Cómo ha de defender la mujer su dignidad (que, según el Papa, es el motivo para que la mujer despierte)? ¿En la calle o en su casa? Si de su dignidad se trata, es evidentemente en la casa donde debe defenderla. Porque cuantos más hijos tenga y sepa educar, más majestad tendrá, y más poder.

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