SUSANA SEEBER DE MIHURA 1946/1 [43]Enero a marzo

Año 1946 – ENERO – MARZO

         Leído en el comentario al Sermón de la montaña, de San Agustín, la diferencia entre “ira” y “odio”. Comprendida la diferencia, que yo no sabía calificar, de nuestro sentimiento por Perón, los aliadófilos, Roosevelt y Cía. , y los que sienten ellos, por nosotros y por Perón. (Comprobado, de paso, cómo se tranquiliza el alma cuando consigue nombrar con propiedad los sentimientos, y ubicarlos en su lugar.)

“Emancipación de la mujer”, ¡otra de las frases que me indignan: por su falsedad y por lo que perjudican a la mujer! ¡Qué enferma estoy de palabras retumbantes y de frases huecas! ¿No hay nadie que diga la verdad desnuda?

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3          Estoy dedicada a leer (una primera lectura por encima, para ver de qué se trata, como hago siempre antes de leerlo seriamente) los libros que le recomendó el padre Moledo a Hernán, libros de filosofía católica; y los artículos de Mons. Franceschi en Criterio. Y descubro que aquí, en estos, libros las palabras tienen un significado único, y que corresponde a la realidad. Y los argumentos son lógicos, y no hay confusión, ni tergiversación ni fantasía. Descubro que solamente en la religión encuentro realismo; que todo esto tiene un significado real y práctico. Lo que leo es verdadero.

Caminando por el parque, oyendo el canto de las chicharras, en la tarde tranquila, suave, de pronto pensé: “Esto es la solución del problema, esto es la verdad: volver al verdadero catolicismo”. No a uno de esos cristianismos vagos e individualistas, sino a la Iglesia, la única con autoridad, la única posible (y la única que ofrece soluciones prácticas). Me he convencido que son los siglos de liberalismo y de desprestigio los que ocultan, a los ojos de la humanidad, la verdad de la Iglesia. Si hoy se volviera a aprender, a leer, a escuchar sin prejuicios, todos descubrirían lo que yo he descubierto. Nada importa que la política confunda, hoy, el espíritu de tantos católicos. La religión verdadera está más allá de toda política. Es una civilización, una manera de vivir.

¡Filosofía es lo que necesitan hoy los hombres! Ésta, que todos entienden porque es humana y fácil; ésta que todos, ricos y pobres, ignorantes y sabios pueden sentir. Tengo que seguir pensando todo esto. Dios mío, ¡qué mal me expreso!

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4          Seguí meditando lo de ayer. ¿Es más fácil creer en la necesidad y en los beneficios de la Iglesia Católica que en lo fundamental: en Jesucristo, Dios y Hombre? Para creer en Él hay esa piedra en el camino: la Fe. Pero, ¿es acaso realmente una piedra, una puerta cerrada ante la cual la inteligencia tenga que detenerse? ¿No podemos, acaso, admitir con nuestra razón, que hay momentos en los cuales se debe abandonar la razón? Abandonarla para dejar hablar a otra facultad, otra cosa que también forma parte de nosotros. Algo cuyo nombre ignoro, pero que es intuición, sentimiento, deseo, y el poder de concebir a Dios todo junto.

            Y podemos admitir, con la inteligencia, esto: que si el hecho de creer transforma a un hombre débil en un hombre fuerte, si lo hace capaz de enfrentarse a los terribles dramas de la vida y la muerte y vencerlos, entonces ese hombre está en posesión de las armas exactamente indicadas para cumplir su destino en la vida. Y si las armas que tiene son las justas, es porque el procedimiento por el que se llegó a forjarlas era también justo, aunque no dependiera solamente de la razón.

            Sería ridículo concluir de esto que es entonces el mismo hombre quien ha inventado un Dios para su uso personal, con tan buenos resultados prácticos. Porque, para llegar a esto, es necesario que Él exista. Que Él sea como una luz lejana que refleja su haz brillante sobre el camino; camino al que seguimos en la oscuridad de la noche hasta que encontramos el faro en toda su realidad.

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25        Una lee las páginas famosas, en que los grandes hombres claman contra la injusticia, y no son más que frases bellas. Y no nos damos cuenta de cuán terriblemente se sufre, de cómo duele y amarga la injusticia. Admiramos las palabras escritas por lo que representan como ideal humano y de belleza; pero no hemos caído en la cuenta que no fue de un sentimiento sereno y fríamente filosófico de donde nacieron, sino de algo que dolía, que ardía y desesperaba.

FEBRERO

1°        Una haraganería mental espantosa: no puedo leer más que novelas y cuentos de detectives.

 Angustiada con el porvenir, y asqueada con las frases de todos los candidatos, con esa literatura que me tiene tan terriblemente empalagada. Las mismas palabras, el mismo énfasis teatral cuando oigo la radio; y la impresión – que no puedo desvanecer, porque razonando no llego a explicarlo – de que detrás del Sr. Tamborini [Candidato a presidente de la fórmula radical (Tamborini – Mosca) tras la que se nucleó la “Unión Democrática”, para enfrentar a la fórmula “Perón – Quijano” en las elecciones de 1946.] y de sus frases democráticas, no hay democráticos sino comunistas; que van llenando – como un chorro humano que se volcara – el vacío. Así lo veo: un hombre ridículo gritando, profiriendo sonidos, no palabras que respondan a alguna realidad. Y, detrás de él, una llanura envuelta en sombras, desierta, que se va llenando con hombres que acabarán por empujar, al ridículo orador, al abismo.

¡Y Perón! Perón no sé qué es, ni quien lo apoya. En Perón veo una posibilidad, sin embargo. A pesar de su violencia y de sus “descamisados”, siento un mínimo de autoridad, y de conciencia de la transformación que sufre el mundo.

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 25        Pasó el día de las elecciones, sin bochinche. Hacemos apuestas sobre el resultado.

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 Todo parecía hostil a mi alma, en este último tiempo. Ahora me doy cuenta de que, tanto como la injusticia, la estupidez y la hipocresía ambiental, ¡era mi parque que tenía la culpa! No encajaba, mi más profundo yo, en esta naturaleza cruel. Solamente de noche se tranquilizaba mi angustia. A la luz de la luna desaparecían, en una suavidad azul, las ramas secas de los árboles, y las líneas duras se volvían masas bandas y oscuras. Sobre la tierra despojada, donde el verde se había transformado en una capa de polvo gris y sediento, la noche volcaba su suave sombra azul.

 Pero, ahora, mi parque ha revivido. Los árboles tienen hojas de nuevo, hojas de un verde transparente de primavera.  Y cuando miro, sentada frente a la casa, el pasto es verde y blando a mi alrededor, y hasta donde mi vista alcanza.

 Y la hostilidad de los hombres se ha alejado: no parece que perteneciera a este mismo mundo sonriente que me rodea.

 MARZO

 5   Perón está ganando, ¡muy democráticamente!

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 7     Otra vez la sensación de la tormenta que está por estallar: de la quietud gris en la que se oye un trueno, lejano, mientras el parque espera y las hojas de los árboles se mueven de cuándo en cuándo, al golpearlas una ráfaga que desaparece luego, tan misteriosamente como vino. Así mi impresión del mundo de hoy.

Todo lo que preveíamos, lo que nuestra razón nos decía inevitable, va sucediendo – desgraciadamente-. Pero en medio de mi ansiedad esto me tranquiliza, en cierto modo. Porque veo que cuando todo estaba subvertido, y parecía que ninguna de las creencias ni los principios existían, cuando todo era confusión y desorden, había, en realidad, un orden; un orden que la razón y la lógica podían descubrir.

 Hay una causa y un efecto, hay un encadenamiento de los acontecimientos. Sólo que yo, ya mareada por tanta mentira y tanta sin razón, ni en eso creía.

 Y me reconforta saber que veíamos claro, que nuestra inteligencia no se ensuciaba con la pasión.

Todo esto a propósito del discurso de Churchill en que habló de las “quintas columnas comunistas”. [ Las reflexiones de la autora se refieren a las primeras manifestaciones públicas de hostilidad que anunciaban el fin de la alianza democrático – comunista contra el fascismo, y el comienzo de la “guerra fría”] ¿Qué sucederá ahora? ¿Y cómo es posible que se hable así y no se diga francamente toda la verdad? ¿Por qué no admite que lo de España está movido por el comunismo? ¡Pero quizás todavía llegue el día que lo haga! Con medias verdades no arreglarán nada. Puede ser que Stalin dé marcha atrás; pero, pensando con lógica: un hombre que siente ese inmenso poder, difícilmente se achica.

Antes yo siempre estaba esperando ese pasito de más que precipita en el abismo. Pero, al mismo tiempo, sigo creyendo que no es posible una guerra ahora (aunque la considere inevitable a la larga).

 ***  

 23        Irnos otra vez. Volver a la ciudad, que hoy ha de ser un infierno de peleas y de caras trágicas. Me asombro de mí misma, porque no estoy asustada ni trágica. ¿Será la seguridad de que el cambio en nuestro “modo de vida” era inevitable, desde que empezó la guerra?

A lo único que temo es al comunismo y la anarquía. Perón ha ganado, y no veo qué podrá suceder. Dicen que los comunistas ya se han infiltrado en las filas del laborismo. [Denominación del movimiento que llevara a Perón al poder, antes de que se generalizara el término “peronismo”.] Enrique siempre ha temido que este movimiento social se le escape de las manos a Perón. Pero yo creo que este movimiento es fatal, y que sólo pueden causarlo un fascismo franco o una democracia “fascistizante”. ¿Quizás sea eso lo que Perón está aquí capitaneando? Cuando pienso así, estoy más tranquila con un Perón que con un Tamborini; porque uno tiene ciertas condiciones de jefe, y el otro no es nada. O mejor, dicho sí es: es el representante de una masa amorfa. No el que manda, sino el que es mandado por esa cosa inconsciente que es “el pueblo”.

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