SUSANA SEEBER DE MIHURA 1942 [29] PRONTO VOY A TENER OTRO CHICO

NENÚFARES

1942 ENERO A DICIEMBRE

ENERO
Enrique me trajo un montón de nenúfares. Los he estado mirando mucho rato, los puse sobre la mesa, en un florero de vidrio. Son tan frías, tan limpias, tan lisas, que me refrescan. Como estrellas sus pétalos rígidos. Pero sin fuego, sin luz. Pálidas, de color dorado en el centro, que va aclarándose maravillosamente en las puntas. Bellas, con la belleza perfecta de estatuas. Parece imposible que existan sobre la tierra, al mismo tiempo, estas flores y la sangre, las heridas, la suciedad y los quejidos de la guerra. Las quiero, hasta por no tener perfume.

***

La Conferencia de Río. Dios quiera que tengan razón los diarios con sus insinuaciones: que la Argentina esté realmente sola en esto. En medio de la estupidez pasmante, en medio de la cobardía y podredumbre de las demás naciones americanas, tengo un instante de satisfacción. El único país que se opone a Norteamérica, el único país fuerte de Sud América. Si nos dejamos arrastrar, se acabó: pasaremos a depender totalmente de Estados Unidos (y mucho más peligrosamente que cuando dependíamos de Inglaterra). Si seguimos así, en cambio, seremos el país que a la larga mandará en América Latina.
Ni me he acordado de que estoy por tener un chico: ya ni pienso en el futuro. La guerra se ha vuelto demasiado complicada.

JUNIO
El parque está tan lindo. Oro y verde.
Mientras tanto la guerra sigue, y en este momento los aliados hablan y cantan victorias.

***

Pronto voy a tener otro chico. Es raro no sentir nada, como si fuera algo extraño a mí, a pesar de que se mueve y vive adentro mío.

AGOSTO
Pasado mañana nos vamos. Tengo ganas de ir para tener el chiquito, para nada más. La gente, no me interesa más. Y en cambio, me da placer este parque. Me acuerdo como era antes; todo encerrado, sin una sola planta, ni un solo árbol, que me diera placer. La falta de perspectiva y de armonía, ¡cómo me incomodaba! Ahora ha ido adquiriendo, poco a poco, la belleza que yo había imaginado. Se ha ordenado, tiene armonía y proporción. Se ve el agua del tajamar como un lago, lejos. Y miro, y estoy contenta. En un mundo trastornado, donde no se oyen más que estupideces, ideas mezquinas y estrechas, mi parque, ahora, me descansa.

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(En Buenos Aires)
Debería estar contenta: tengo mi casa con los muebles, agradable. Pero siento como una niebla de tristeza. Algo así de difuso, insaisissable [inasible]. Es todo lo que le ha sucedido a M. [ hermana de la autora. Su hija mayor, de 7 años había muerto de parálisis infantil ] , su tristeza, su ausencia, la sensación de término de la juventud, de algo concluido. O será mi estado, nomás.

SETIEMBRE
Leí en Cuan verde era mi valle: “… Nos sentamos a comer a la sombra de la sona de mi madre”. Exactamente expresado, mamá y su sonrisa y su efecto sobre nosotros. Las primeras palabras de Jackie, al volver a casa, después de un paseo de dos días en la chacra: “Yo me quería volver, mamá” le sonreí: estaba encantada.

                Cuando estoy en la cama, o me quejo de cansancio, los tres me pasan la mano por la cara y me dicen: “Pobrecita mamá”. Y yo sé que me quieren y que soy para ellos lo Eterno, el aire que respiran, lo Inmutable, como eran papá y mamá para mí. Pero no se me ocurre pedirles que sacrifiquen nada, absolutamente nada de ellos, por mí. Me basta y sobra con saber que me quieren. Así como los quiero debería querer a todos; y, sin embargo, porque Enrique no viene el día que le pedí y no me habla, aunque sé que es porque no puede, estoy resentida.

OCTUBRE
Lo miraba dormir a mi bebito. A veces tiene la expresión que ha de haber tenido, creo, cuando todavía estaba adentro mío, antes de vivir. Como si estuviera muerto, pero lleno de vida, esperando el despertar.
Todo ha pasado otra vez como un sueño: el dolor, el cloroformo, y ahora mi chiquito nuevo.

***

Jackie y Ricardo hicieron su Primera Comunión. Quisiera que les quedara al menos una impresión de este día de la capilla toda blanca y simple, de los cantos, de las flores y el sol en el jardín, y de los arcos blancos y los cipreses. Cantaron algo de “tres palomitas” y de “una rosa en el rosal, que rica es la uva que está en el parral, más lindo es el niño que está en el altar”, y el canto parecía mandado hacer para ese lugar. En mérito a la sencillez y a la belleza, perdoné la publicidad de esta Primera Comunión, porque sigo detestando las fiestas. Mi casamiento me hubiera gustado en una capilla como ésta, con mis amigas y mi familia, y nada de vestido de novia y ni de alboroto. Lo mismo me hubiera gustado la Comunión de los chicos.
              M. [su hermana] lloraba, y en medio de la alegría y de las flores sentía el horror de la muerte. Es una tragedia ser tan feliz, querer tanto, y sentir que al lado nuestro, al lado mío y de ella, hay ese abismo de desolación. Y cuanto más queremos, más tendremos que sufrir. No puedo verla, ni hablar con ella de cualquier cosa, sin sentir todo el tiempo la sombra de su hija y de su angustia.

NOVIEMBRE
La gente quiere poder compadecer públicamente a los que “están en desgracia”, y no perdonan a quien no se deja compadecer. Poder decir en rueda de visitas, “pobre, qué horror, qué desgracia”, da una sensación de superioridad: es desde lo alto de su incorruptibilidad o de su felicidad, que miran al otro, empequeñecido por la desgracia. Pero cuando lo ven erguido frente a ellos, mirando más allá de donde ellos están, se dan cuenta que no son nadie, y odian. ¡Y no poder sentirse buenos! Eso aviva el rencor y la mala voluntad que dormita en el fondo de todo.

DICIEMBRE (En el campo)
Decididamente, parece que la guerra va a durar muchos años. No se le ve el final, ni solución posible. Hoy estaba besando al bebito, antes de darle de mamar, y pensé de pronto en todos esos pobres bebitos de Europa. ¡Oh, Dios mío, ten piedad de ellos! ¡Qué impotencia, la de cada ser humano, ante este horror del hambre, y del terror y la muerte! Si yo creyera que las guerras se pueden evitar, tendría contra quién protestar, pero sé que no es posible.
Leyendo Intentions [de Oscar Wilde]. Tiene algunas cosas muy buenas; entre ellas, que la instrucción, ahora, se reduce a enseñar a la gente a acordarse de un montón de hechos. Pero la verdadera instrucción es desarrollar el espíritu crítico.

***

Hay momentos en que quisiera guardar imágenes de mis hijos; guardarlas en alguna caja encantada para poder verlas siempre, para que el tiempo no las borrara ni las ensuciara: yo dándole de mamar al bebito, y tirados en mi cama, Jackie, Ricardo y Federico, en piyama, esperando que yo vaya a acostarlos. Moviendo las piernas y los brazos, hablando todos al mismo tiempo, contándome de la trilladora y de una víbora, y de quién sabe qué cosas tan importantes. Mientras tanto, el bebito mamando, impávido e indiferente.
                 A la noche, cuando estoy acostada y no puedo dormirme, siento mi alma llena, llena de algo que no puede expresarse. Que no necesita expresarse, porque así como es me satisface totalmente, me produce un contentamiento que no tiene igual en ningún momento de mi vida. Al lado mío duerme el bebito, y por la puerta abierta del cuarto de los chicos oigo su respiración y cómo se mueven a veces, o dicen alguna palabra en sus sueños. Y es como si mi cama estuviera sobre ellos cobijándolos, cubriéndolos a todos bajo mi amor como bajo alas; como si mi amor fuera la copa de un árbol y yo los tuviera allí bajo mi sombra. Así, en estos cuartos cerrados con llave y donde nadie puede entrar de afuera; todos al lado mío, todos juntos, todos míos, para protegerlos y para quererlos.

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