SUSANA SEEBER DE MIHURA
DE SU DIARIO PERSONAL [5]

¡LA SONRISA DE MI HIJO!
¡LOS OJOS DE MI HIJO!

Septiembre – 1934 (En buenos Aires)
Mamá ha muerto. Pero aunque la he visto en el cajón como la figura de  una santa de c era, linda como era antes del horror de su enfermedad, aunque sé que su cuerpo está enterrado, no siento todavía que esté muerta. Después me iré dando cuenta de que ya no está más; ahora me parece que está viva todavía, y no puedo llorar ni sufrir.
            Ya me estoy dando cuenta porque ésta era la hora de ir a casa y contarle del chiquito. Y es una parte de mi vida la que ha desaparecido de golpe, algo que me faltará toda la vida.
           Yo veía llorar a la gente y no comprendía por qué lloraban: había dejado de sufrir. Pero ahora pienso que nunca más va a ver a mi chiquito (y ella quería a todos los chicos;: los quería, no como la gente cree que quiere, diciéndoles zonceras, sino con una sonrisa que le iluminaba la cara. Con su sonrisa de cuando nosotros éramos chicos. No extraño en ella esa superioridad que yo admiraba, extraño su sonrisa).
           ¡Si yo pudiera estar segura de que hay otra vida, de que ella todavía me quiere! Pero no sé, no sé si es cierto que ella tiene todavía una especie de vida. Ella creía que sí, estaba segura, pero yo no sé. No lo va a ver a mi chiquito, nunca más lo va a ver ni me va a mirar, a él y a mí, con esa sonrisa de alegría. Pero me alegro de que lo haya visto, que haya conocido a mi chiquito.

***

Ayer me contaba María Elena de una conferencia de García Morente sobre la cultura. Más o menos: la cultura es el conocimiento esencial de las cosas. No la suma de conocimientos sino el conocimiento que volvemos a recrear dentro de nosotros mismos. Y eso es algo grande que no puede enseñarse sino que está en uno. Una facultad de ciertos espíritus.
            Tiene razón: y de ahí viene una de esas diferencias de raza que yo decía que sentía en algunas personas, y que no sabía definir ni decir en qué consistía. 

***

¡La sonrisa de mi hijo, los ojos de mi hijo! Ha descubierto sus manos. Lo encontré en su cuna mirando, estupefacto, su manita abierta: como una estrella.

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